Cuando te dignas a creer
en que no todo está perdido
empiezas a sentir y a ver
como lo que has vivido
se torna de irrealidad.
Dejas de pensar en algo más
imaginas las cosas que no habrá
aunque a veces sea complicado
no quieres pensar en que se ha acabado
y vuelves a tu objetivo natural
intentar existir por medios propios
un maldito día más.
Es casi como si tu cuerpo te lo pide
el hecho de no quedarte parado
en la mitad de un bosque sin claros
y, a la vez, sin árboles que mirar
pues solo piensas en lo que quieres
y en lo que te falta para ver
más allá de creer sin ser.
Los que sufrimos la maldición lo sabemos mejor que nadie
sabemos todo lo que nos falta por andar y lo lejos que queda todo
sabemos como deberíamos actuar, y no lo hacemos
pensamos que algo nos hemos dejado para así estar
y no nos queda consuelo, nada nos puede aplacar
y aún así, en esta troupe, está mal visto dejar de avanzar.
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