Las tardes otoñales atrás quedaron,
irrisorias historias de vagabundos trotamundos
sentados en el vagón de un tren lisiado
esperando por la víctima de una guerra despistada
o de un carterista meditabundo.
No preguntéis por las hojas caídas
pues no son más que historias creídas
por el poeta idiota o bufón sin nombre
en una tarde de otoño ya muy atrás.
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